lunes, 29 de agosto de 2011

Después de lo auténtico, lo perfecto.

No suelo pintarme las uñas. Y si lo hago, es de color transparente, o discreto rosado, apenas perceptible. Básicamente porque ni tengo paciencia, ni tengo manos para ir de vampiresa. No son feas, pues uso dedos largos, y las muevo con cierta, digamos... elegancia casual (ejem). Pero son grandes, tengo las manos lo bastante grandes como para verlas grotescas si las uñas pretenden ser modernas, sexys u otras tonterías semejantes.

Pero a veces, caigo en la tentación, y algun esmalte del que uso para las de los pies, va a parar de prueba a las manos: en los dedos de los pies, uso colores nacarados en tonos del marrón, o algún rosado fucsia más atrevido.

El otro día, me pinté un tono cobre desvaído... un color carne metalizado... algo que según la inclinación de la mano, y cómo incide la luz, se ve disimulado, o destacado. Me fui a trabajar con ello, y una de mis compañeras, me espetó: " Ja, tú te pintas las uñas como yo: fatal!" Tras mirar detenidamente mis uñas, le pregunté dónde veía los fallos, pues sinceramente, no los apreciaba.

¡¡¡Resulta que se me notan los relieves y surcos de la uña!!! Y con el barniz y el brillo, se perciben más. Mi compañera decía que para que no se noten ésos relieves, debería usar una pequeña lija que venden , unificadora....

No me lo podía creer. ¿Hay que frotarse la superficie de la uña con una lima especial para rebajar los surcos y las irregularidades propias de su crecimiento natural? Con qué profundidad? hasta llegar al pulpejo??
No me cabe en la cabeza tamaña obsesión por presentar hasta la superficie de las uñas lisa y plana como un espejo... Ande iremos a parar!!

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