lunes, 15 de junio de 2009

Ramón Acín, o la nostalgia de lo que nunca conocimos


Me encontré con Ramón Acin por primera vez hace unos 7-8 años, no lo tengo registrado. Estaba yo visitando el Museo Provincial de Huesca, llegando ya a las salas finales, y me esperaba un cuadro de grandes dimensiones en la pared frontal. Hice una primera visión en redondo de la zona, y entonces, me lo encontré de frente, mirando hacia mí. Era su autorretrato, de trazo vibrante y mirada intensa. No había nadie más: un día entre semana, a las 11 de la mañana, ¿quién iba a visitar un museo? Toda mi visita había tenido por única compañía el sonido de mis pasos en el pavimento, y mi imaginación, que pudo explayarse a sus anchas. para aquel entonces, el silencio, la historia, las piezas de arte más o menos importantes o excelsas, habían preparado mi espíritu, y la mirada de Ramón, tantos años después de pintada por él mismo, me atrapó.

Leí las reseñas en cada obra expuesta, y quedé gratamente impresionada por aquel oscense desconocido, pero cuya trayectoria artística, política y pensadora, eran interesantísimas y fructíferas. Poco tiempo después, pude asistir a una exposición de su hija Katia, grabados y recuerdos documentales de la época en que su padre se mantuvo activo, participó en la política, fue encarcelado y posteriormente fusilado. Todo ello destilaba un aire de melancolía, esperanza, tristeza y añoranza, mezclados entre sí, lo suficientemente emotivos como para seducirme totalmente.

Ramón Acín es un figura cultural y social afortunadamente reconocido en los últimos tiempos, cuyo legado debería permanecer vivo, como persona, como hombre de familia, como educador, artista, innovador, estímulo para la sociedad. Aquí teneis a Ramón, tal como lo ví por primera vez.

http://www.fundacionacin.org

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