La oscuridad parece rodear siempre a Hamlet. No solo la ambientación teatral o cinematográfica, sino también la oscuridad que enturbia las apariencias, lo que confunde su pensamiento, y le produce la desazón que acabará por no dejarle descansar.
Sin embargo, en la versión de Kenneth Branagh, la luz, el sol, el brillo y la claridad lo invaden todo, en contraposición con la tristeza y el peso de su alma.
Luces y sombras, sol y oscuridad, se entremezclan en nuestras vidas, y la una sin la otra no tienen sentido, y las necesitamos a ambas. La luz nos deja ver, la oscuridad nos deja pensar (ver con otros ojos).
Bienvenidos, damas y caballeros a este palacio, donde luces y sombras juegan a descubrirnos las cosas de la vida....
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