miércoles, 25 de agosto de 2010

Amigos elípticos

El invierno pasado vi Ágora, la película de Amenábar, sobre la vida y la época de Hypatia de Alejandría. En su momento despertó ciertas emociones e inquietudes, ideas revoltosas. Hoy viene de nuevo a mi cabeza por culpa de una elipse.
No he perdido demasiado tiempo intentando averigüar si relamente el planteamiento acerca del movimiento elíptico de los astros, en lugar de circular, se debe a sus observaciones, pero me gusta cómo lo plantea la película. En ella es el leit-motiv que da vueltas en "círculo", que nos acerca y nos aleja tanto geográficamente en el espacio, como en cuanto a nuestra propia posición o pecepción de los hechos que se narran en ella. Que no son más que las relaciones humanas, sociales e individuales. Amores, odios, desprecios y admiración. Deseo, repulsión, respeto, amistad, prefección, rabia, decepción, curiosidad.

Estos días me encuentro con recuerdos y con sus imágenes en el espejo. El concepto de "amistad", amistades, conocidos, compañeros, semejantes, iguales, pares. Llegados a un punto, tenemos nuestras necesidades cubiertas en este aspecto, y podemos permitirnos el lujo de no acoger nuevas oportunidades de relación. Y eso conlleva no realizar el esfuerzo de ponerse en lugar del otro, de acercar posiciones. Tal vez tengamos un límite de capacidad en nuestro mapa mental de relaciones, a partir del cual, las nuevas incorporaciones no pueden ser atendidas debidamente, y sometemos a una criba cada vez menos sutil la amistad que nos ofrecen, incluso la que nosotros mismos una vez ofrecimos.

Ser amigo comporta un alto grado de empatía y reconocimiento, que a veces surge como un flechazo , y otras, tras un tiempo variable de trato y relación. Las miradas y las perspectivas se van modificando, y lo que no supimos ver de frente, como un círculo perfecto, apreciamos mejor en perspectiva oblícua, en todo su esplendor.

El niño que fuimos una vez, desnudo y despiadado en sus gustos y negaciones, abierto y puro en sus deseos, se viste según las convenciones que aprende, y se muestra correcto, civilizado. Pero las relaciones humanas siguen siendo un terreno fértil para el conflicto, se mire por la lente que se mire. Algunos tal vez hemos sido demasiado inmóviles para tomar decisiones, o nos hemos visto convertidos en estatua por miedo a empeorar la situación, o para no arriesgarnos a perder posiciones. Otros, se dejaron llevar por el de al lado, por la masa, y sucede entonces, como en la historia con la que empiezo, que la estatua se mueve, aplastando todo lo bello que crece bajo su sombra.

Una elipse y una estatua, y un par de conversaciones ahora relacionadas entre sí, me dicen que hay que revisar conceptos y actitudes. No quiero acabar siendo metálica. Por si acaso, la voy a imaginar un poco humana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario