martes, 17 de mayo de 2011

El Cuatro.

Situado en el centro.
Equilibrio y mediación.
O medianía.
O proximidad a todo.

El poder del vínculo,
el color del poder
de la vida que renace
cada primavera.

La mitad de ocho.
Ocho es el infinito si lo giras.
Ocho son los pasos que di
para volver a ser quien soy.
Siete más uno.
Seis más dos.
Cinco más tres.
Los extremos se acercan
y se compensan
hasta llegar a Cuatro.

Nunca me inspiró el cuatro,
ni el concepto, ni el aspecto.
Siete me gusta más,
y si me apuras, uno.
O tres. Pero no cuatro.

Y sin embargo, el cuadrado,
el rombo, la cruz, la pirámide
de planta cuadrada, el rectángulo
y el asimétrico trapecio irregular,
todos ellos son cuatros.

La silla y la mesa
donde me siento.
Mis extremidades.
Las esquinas del papel
o de la pantalla donde escribo.

Así que hoy,
una tarde soleada,
viendo el muro verde intenso
por la ventana,
en un cuarto verde
(que no cuatro verde),
hay movida en ese punto.

Lágrimas en tus ojos
que no palidecen
el verde intenso.
Pero tus ojos se hacen más verdes
que pardos.

Dos cuatros juntos
forman un ocho.
Pero si los pones de lado
no son las dos mitades del infinito.
Tu sí.
Las tienes en tu cuatro.
Por eso sientes
los aleteos de una mariposa
en el otro extremo
del mundo.

Tu centro, el centro,
mi centro, todos marcan
el paso de lo importante.
(letra de una canción de Caníbala: todos mis círculos buscan tu centro).
Salgo a la calle,
a buscar el aleteo
en círculos.
Yo también quiero
saber
qué números debo sumar hoy.




buscándote en tus mundos, es lo primero que apareció.....






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