viernes, 10 de julio de 2009
José Luis Sampedro
No sé qué tiene este hombre, que me fascina y enamora. Y a la vez me provoca un respeto enorme.
Tal vez por verle tan lúcido y sereno a sus más de noventa años, o quizá por mantenerse combativo, activo y simpático, sin que parezca ser tan importante para nuestra sociedad.
Porque personas como él son importantes. Por lo que escriben y cómo lo escriben. Por cómo son. Por su trayectoria personal, profesional y social, sus contribuciones a la cultura, y a la evolución personal de muchos de nosotros.
O tal vez sea su sonrisa y su mirada inteligente e incisiva. Cuando le veo, no veo a un anciano, sino al HOMBRE maduro y perspicaz, al ya fogueado en mil batallas, pero que conserva la ilusión por todo. Sus ojos brillan con la intensidad del mejor momento de su vida. Y me cae bien.
Además, ha escrito La sonrisa etrusca y La vieja sirena, entre otros, y sólo por eso, merece ser celebrado, pues son dos grandes historias , cada una en su estilo y temática, que hablan desde muy adentro. De vez en cuando, las vuelvo a leer. Gracias, señor Sampedro.
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